.ORACIÓN POR ESPAÑA

ORACION POR LOS CAIDOS .


Señor, acoge con piedad en tu seno a los que mueren por España y consérvanos siempre el santo orgullo de que solamente en nuestras filas se muera por España y de que solamente a nosotros honre el enemigo con sus mayores armas.


Divino Corazón de Jesús:
Ante la vista de tantos males como presenciamos en nuestra Patria, como merecido castigo de nuestros públicos pecados, recurrimos a Vos, suplicando vuestra misericordia a favor de este pueblo de vuestra predilección. Acordaos de vuestra promesa de reinar en España y con más veneración que en otros partes. Que vuestro reinado de amor se establezca ya en nuestra querida España. Que prenda aquí con mayor fuerza ese fuego divino y de aquí se comunique por todo el mundo. Sea vuestro Divino Corazón, la victoriosa bandera que presida nuestras justas ansias de restauración tradicional y misionera y nos dé la victoria contra todos los enemigos de Dios y de la Patria.

CHRISTUS VINCIT CHRISTUS REGNAT CHRISTUS IMPERAT


Mi honor, la lealtad, mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,mi arma, la verdad,mi grito... ¡despertad!mi lema... ¡¡Conquistad!!

JURO POR DIOS darme siempre al servicio de España y de la Falange.

JURO no tener otro orgullo que el de la Patria y vivir bajo la Falange Española de las J.O.N.S., con obediencia y alegría, ímpetu y paciencia, gallardía y silencio.

JURO lealtad y sumisión a nuestros Jefes, honor a la memoria de nuestros muertos, impasible perseverancia a todas las vicisitudes.

JURO dondequiera que esté, para obedecer o mandar, respeto a nuestra Jerarquía del primero al último rango.

JURO rechazar y no dar por oída toda voz del amigo o enemigo que pueda debilitar el espíritu de nuestra Falange.

JURO mantener sobre todas la idea de la Unidad: Unidad entre las tierras de España, Unidad entre las clases de España, Unidad en el hombre y entre los hombres de España.

JURO vivir en santa hermandad con todos los de la Falange y prestar todo auxilio y deponer toda diferencia, siempre que me sea invocada esta santa hermandad.

lunes, 14 de febrero de 2011

Cada 12 de octubre se celebra, en España y América, el Día de la Raza como homenaje al significativo acontecimiento que en una fecha idéntica, pero de 1492, marcó la historia y la geografía mundial, al inscribir un nuevo continente entre los existentes en el mundo conocido.
América, ignorada por los europeos, tenía una cultura propia y una historia, que quedó truncada de repente, cuando Rodrigo de Triana, avistó tierra firme luego de setenta y dos días de navegación.
Fueron los navegantes españoles los que se maravillaron de ver esas criaturas, decabellos largos, oscuros y lacios, que apenas cubrían sus cuerpos con alguna ropa, que practicaban una religión politeísta y de idolatría, hacia unos dioses que les exigían sacrificios terribles…pero en lugar de tratar de comprenderlos, los aniquilaron o sometieron.
Su estado de civilización, en general, era más precario que el de los invasores, sobre todo en las técnicas del manejo de armas, que se reducían fundamentalmente al empleo de arcos y flechas. Sin embargo, algunos de esos pueblos, como los aztecas, mayas e incas, podrían haberles brindado mucha de su sapiencia, sobre todo en los referente a técnicas de cultivo, caracterizadas por el respeto hacia la tierra, y métodos de caza, como “ el chacu”, utilizado por los incas, que establecía reglamentaciones sobre cómo y cuando cazar, para evitar la extinción de las especies.
Pero la sociedad europea, privilegiaba otros valores, y primó la codicia por sobre la comprensión, el aprendizaje mutuo y el respeto hacia lo diferente. Fue la superioridad bélica la que determinó que los aborígenes vieran su mundo destrozado, ese mundo nuevo para los conquistadores, pero lleno de vivencias para los nativos.
Fue importante este hecho porque los dominadores impusieron su modo de vivir y su religión, y el progreso material se instaló en este lugar del planeta, que sirvió de fuente de materias primas para el desarrollo y progreso europeo, quienes más tarde, en el siglo XIX, debieron soportar que sus colonias, esos dominios que consideraron propios por derecho de conquista, se rebelaran también por la fuerza contra quienes ejercían el poder desde la Metrópoli. Así se logró la independencia de las colonias americanas, a costa de la sangre de muchos europeos y de muchos americanos, que unidos por un sentimiento de patria, aniquilaron el gobierno que consideraban ajeno, para instalar uno propio.
Las colonias dependientes de España, impulsadas por las ideas liberales de la Revolución Francesa, y de los Estados Unidos de América, en la primera década del siglo XIX, iniciaron una cruenta lucha contra el poder español, sus enemigos de entonces.
En 1892, ya habían pasado muchos años, ocho décadas, de aquellos movimientos independentistas, y ya España debió aceptar la pérdida de sus colonias, con quienes comenzó un acercamiento. Al cumplirse ese año, cuatro siglos del descubrimiento de América, se dio a conocer, durante la regencia de María Cristina de Habsburgo, en el Monasterio de la Rávida, el propósito de establecer el 12 de octubre como fiesta nacional, pero fue recién durante la primera guerra mundial, donde estos países neutrales, decidieron estrechar sus vínculos.
Durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, en Argentina, se dictó un decreto (el 4 de octubre de 1917) que estableció el Día de la Raza, como fiesta nacional, recibiendo la adhesión de la mayoría de los países americanos. Representa un símbolo de unión étnico entre los países provenientes de un tronco común, de quien heredaron su cultura, aquella impuesta a partir de la conquista y contra la que se revelaron en su oportunidad. Es claro que si bien los países americanos alguna vez pelearon contra su madre patria, renegaron de su dominio, pero no de su legado cultural.
El texto del decreto de Yrigoyen ya mencionado, calificó al descubrimiento de América como un hecho trascendental y progresista, gracias al cual se desarrolló este continente. Elogió a Colón, como un visionario, y a todos los que participaron en la empresa de conquista, en calidad de guerreros o sacerdotes, a todos los cuales calificó de virtuosos. Señaló y aclaró que el 12 de octubre se instituía en homenaje a España y a su herencia inmortal.
También España lógicamente elogia la empresa de conquista y allí se celebra, en Zaragoza, el 12 de octubre, el día de la patrona de la nación, la Virgen del Pilar conjuntamente con la evocación de la conquista de América.
El mentor del proyecto de establecer la “Fiesta de la Raza” fue Faustino Rodríguez San Pedro, presidente de la Unión Ibero-Americana, en el año 1913, que celebró por primera vez bajo ese nombre el 12 de octubre de 1914. Su iniciativa, fue convertida el ley por Antonio Maura, el 15 de junio de 1918, pasando a formar parte del calendario de las fiestas nacionales españolas. En 1958, su nombre fue cambiado por el de “Día de la Hispanidad”. Con este nombre también Ecuador celebra ese día.
Otros países americanos, además de Argentina y Ecuador, ya citados, conmemoran ese día bajo distintas denominaciones. En Uruguay se lo llama, “Día de las Américas”, con una visión menos europea, en Chile, “Día del descubrimiento de Dos Mundos”; México conservó la denominación de “Día de la Raza” y Venezuela adoptó el nombre de “Día de la Resistencia Indígena” en 2002.
Este nombre que aceptó Venezuela para la recordación de la fecha, es producto de una nueva conciencia americana, que no solo acepta los beneficios aportados por Europa al Nuevo Mundo, sino que lucha por los derechos de los aborígenes, desconocidos por los conquistadores, y que aún distan mucho sus descendientes de lograr ser reconocidos, si bien algunas constituciones americanas les atribuyen ciertos derechos a su identidad y cultura.

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