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El brazo político de ETA da el primer paso para la legalización de un partido-tapadera
El brazo político de la organización de malhechores ETA escenificó ayer lunes, en Bilbao, la presentación del enésimo partido-tapadera, primer paso para que los terroristas puedan, de nuevo, entrar en los ayuntamientos, tras las elecciones municipales de mayo próximo.
Los dirigentes del nuevo partido-tapadera aseguraron que cumplirán a rajatabla la Ley de partidos, rechazan —aunque no condenan— la violencia y adquirieren públicamente el «compromiso firme e indudable de apuesta por las vías exclusivamente políticas y democráticas, sin vuelta atrás».
Tras esta declaración cabe barajar dos hipótesis:
La primera sería que la declaración del brazo político de ETA es verosímil, lo que no significaría absolutamente nada: la xenofobia tribal y la idea fija de la quiebra de la unidad de España —con o sin pistolas—, sitúa irreversiblemente al «abertzalismo» en el campo de los enemigos de la Patria.
La segunda es que la declaración del brazo político de ETA sea una añagaza, lo que no constituiría, desde luego, novedad alguna y serviría para ratificar nuestras certidumbres.
La batalla pasa, desde nuestro punto de vista, no por funciones teatrales a gran escala —con la colaboración miserable del PSOE—, sino por la derrota política y militar de los malhechores y sus peones de brega, el cumplimiento íntegro de las penas de los presos etarras, la definitiva laminación del clima gansteril impuesto por los «batasunos» a la sociedad civil vasca y, como corolario, el establecimiento total de las libertades democráticas en Vascongadas, hecho que está pendiente en muchos aspectos de la vida cotidiana de aquella comunidad desde la «transición».
Los dirigentes del nuevo partido-tapadera aseguraron que cumplirán a rajatabla la Ley de partidos, rechazan —aunque no condenan— la violencia y adquirieren públicamente el «compromiso firme e indudable de apuesta por las vías exclusivamente políticas y democráticas, sin vuelta atrás».
Tras esta declaración cabe barajar dos hipótesis:
La primera sería que la declaración del brazo político de ETA es verosímil, lo que no significaría absolutamente nada: la xenofobia tribal y la idea fija de la quiebra de la unidad de España —con o sin pistolas—, sitúa irreversiblemente al «abertzalismo» en el campo de los enemigos de la Patria.
La segunda es que la declaración del brazo político de ETA sea una añagaza, lo que no constituiría, desde luego, novedad alguna y serviría para ratificar nuestras certidumbres.
La batalla pasa, desde nuestro punto de vista, no por funciones teatrales a gran escala —con la colaboración miserable del PSOE—, sino por la derrota política y militar de los malhechores y sus peones de brega, el cumplimiento íntegro de las penas de los presos etarras, la definitiva laminación del clima gansteril impuesto por los «batasunos» a la sociedad civil vasca y, como corolario, el establecimiento total de las libertades democráticas en Vascongadas, hecho que está pendiente en muchos aspectos de la vida cotidiana de aquella comunidad desde la «transición».
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